¿Un ladrillo promete asentamientos?
12 agosto al 9 de septiembre 2023 - Esta exposición explora el crecimiento desmedido de la ciudad a través de herramientas pictóricas, además el artista se cuestiona cuál es el rol que tiene la comunidad artística en estos procesos.
La sombra de un cerro.
Carlos Velasco
4de agosto de 2023
Será difícil escribir otra historia que no sea la que he vivido. Será igual de difícil evitar la nostalgia, o peor aún, la melancolía. En estos momentos prefiero enfrentar la cuestión y dejarme llevar por estos problemas, para hacerlas paces con mi terruño.
Redondeando fechas, dejé la ciudad de Oaxaca hace poco más de diez años. Como muchxs que tenemxs la oportunidad, – o necesidad –, me fui a estudiar a otro estado. Fuera de Oaxaca me enamoré, hice amigos y conocí grandes personas. Pasados cinco años me volví a mudar y sucedió lo mismo. Desde entonces ningún espacio se sintió como hogar, no he estado encasa por mucho tiempo. Mis visitas eran esporádicas y fugaces; Oaxaca tampoco era casa. Pero aquí no se lamenta nada.
Se sabe que una de las formas de hacer propio un sitio es volverlo un paisaje. No me refiero a realizarle una pintura,ni llenarlo de decorados, tampoco tengo una definición clara que ofrecer; es sólo una intuición, un placer por aproximarse al paisaje. No hay ofrenda que valga ni desentierro que cure nuestras heridas, los espacios están y depende década quien trazar su contorno en él. Si se me apura, diría que el paisaje es la sombra de un cerro.
La cuestión es que volví a Oaxaca hace año y medio. Me aclimate muy fácil a ella, aún viniendo de un lugar muy frío. Nuestra conversación se dio de manera natural y nos volvimos a conocer. Ya no era la misma de hace diez años y tampoco yo era el mismo. Veía con otros ojos y por supuesto ella hacía lo propio. Es difícil notar los cambios en una ciudad como Oaxaca, en donde los gobiernos se esfuerzan por mantenerla igual: ya sea por su nulo interés en la optimización urbana o por el constante almidonado de su Cultura y patrimonio. ¿Qué acaso no se dan cuenta que una cultura en conservación es una cultura que muere?
Buscar un espacio para rentar no fue sencillo. Vivir en el centro de Oaxaca es una fantasía: rentas altas, agua escasa, poco espacio. Decidí buscar en las colonias que conocía, la Primera Etapa fue una de las opciones. Ahí viví hasta los dieciocho años. Sería sencillo hacer un elogio de los escombros, son el claro ejemplo de que en nuestra realidad no hay forma de restar nada. Si se quiere se puede derruir una construcción, los tabiques, el hormigón, las varillas, el polvo, todo hecho un punto en suspenso, esperando a que se les vuelva a definir.
Siempre es como volver a comenzar.
Impulso.
Por Ivonne Martínez
Yo veía casas cada día más grandes, líneas blancas en el cerro y en la noche realizaba el conteo de departamentos sin inquilinos en Vizcaya. Sinceramente uno de mis sueños principales siempre ha sido tener una casa propia, construir, sembrar, decorar, llenar y vaciar, pero se ha vuelto un deseo lejano.
Mi historia siempre la inició con la de mis padres. Ellos se conocieron en el Fraccionamiento El Rosario. Betty trabajaba como ama de casa en la 2da etapa y Alfredo vivía con sus padres ahí mismo. El amor provocó sosiego por una vida casera. Las casas del Rosario recién habían sido construidas por el INFONAVIT, dicen que quienes juntaban puntos en su trabajo obtenían una.
En 2001, la idea del hogar y la familia se materializa para ambos, mis abuelos nos abrieron un espacio en su casa, dónde vivimos por trece años.
A partir del 2014 rentamos una casa en la 6ta etapa. El Rosario se divide en IVO, 2da etapa, 5ta etapa, 6ta etapa y Punta Vizcaya. Hay que subir y bajar inclinaciones, orillarse al caminar por la calle porque los camiones juegan a las carreritas y uno nunca sabe.
Por aquí hay lugares dónde se puede sentir vértigo, náuseas y miedo. Vértigo por subir hasta la azotea de los edificios, náuseas por levantarse en la madrugada y subir cerros sin reflexión previa, y miedo, por el sonido de todas las alarmas sísmicas que hay por acá, y además imaginar que a medio fenómeno el cerro truena y las casas se caen.
En compañía de amistades y familia, he memorizado todas las leyendas que un cerro puede contar: los cerros algún día se partirán a la mitad, y su estómago se alimentará de lo nuestro. También dicen que dónde hay cerros nunca vendrá un tsunami, y sí eso pasa, los cerros albergarán un nuevo océano.
Así, escribo las palabras de Joëlle Mensil “Jamás vemos la tierra, el terruño; y es porque éste, casi codificado por entero, no era para nosotros, más que una especie de mapa simbólico, es un tejido, investido por el tiempo histórico, marcado y dividido por las diferencias sociales y los viejos conflictos, imantado por las ambiciones satisfechas y decepcionadas, ocupado por lo social antes que habitado por nosotros.”
Y yo, me miro diminuta frente a una vida de cobertura loteada.
Ex garitade Xoxo, 13 de julio 2023
Uncerro…
Por Víctor Mortales
A.
Un cerro es un ente.
La tierra se acumula.
Un cerro es un volumen.
La tierra se mueve.
Un cerro es una piel.
La tierra se abre.
Un cerro es muchos tiempos.
Durante el 2020 el cerro de San Juan Chapultepec comenzó a transformarse drásticamente. La población ha habitado este cerro desde hace por lo menos dos mil años, yo comencé a subirlo en 2017. Lo que sucedió recientemente es que el gobierno federal a través del INAH decidió cercar la parte superior del cerro. Una reja de unos 4 km de largo rodea el cerro.
Existen dos placas que anuncian el límite de la zona arqueológica: una que se encuentra en la escuela secundaria que data de principios de1990, y esta nueva placa que se encuentra 400 metros arriba, en la cerca que marca la entrada a la zona arqueológica. Es decir, los terrenos fueron invadidos y ahora hay diversas colonias que ya cuentan con algunos servicios básicos. Este cambio es irreversible.
B.
Hace un par de semanas visitamos el estudio de Carlos Velasco, nos permitió reconocer las ideas y los medios que está abordando para la muestra “¿Un ladrillo promete asentamientos?”. Me interesó escuchar los vínculos que propone entre el crecimiento de la ciudad (gentrificación y desplazamiento), las maneras degenerar capital cultural y los roles que tenemos los diversos productores culturales. Durante la visita presté especial atención en su discurso a su trabajo con preguntas desde autores como Marta Rosler, quién critica el rol y la responsabilidad de los artistas en los procesos de producción y consumo dela cultura. Carlos al trabajar con estas dudas me parece que busca colocarse en un lugar crítico para trazar una consciencia de cómo es el espacio dónde está trabajando y qué contradicciones enfrenta: por una parte, Oaxaca es una gran productora de cultura (gastronomía, textil, artesanía, pintura…); y por otra parte, el consumo de esa cultura se ha masificado, generando una sobreoferta que solo puede ser acaparada por los capitales de mayor peso.
Pierre Bourdieu propone revisar los procesos del quehacer cultural desde el consumo y no desde la producción. En ese sentido vale la pena voltear a mirar la producción visual de Carlos Velasco, ya que los cerros que muestra están conscientemente atravesados por una pléyade de artistas oaxaqueños que han dejado un universo visual difícil de romper, o por lo menos de fisurar. Lo único que se puede hacer con esos cerros,con esos imaginarios que nos han dejado es ocuparlos y poblarlos.
Pienso que Carlos Velasco evoca un sentido nihilista, con sus pinturas se sitúa como un nuevo habitante, rezagado en la bonanza de los grandes tiempos y artistas de la escuela oaxaqueña. Ahora a nosotrxs, lxs nuevxs artistas-habitantes, solo nos queda habitar las faldas de los cerros. Por otra parte, el artista acompaña estos cerros con unas piezas que recrean un escenario, donde nos sugiere una mirada de espectador. En estas pinturas el artista nos muestra el tras bambalinas, el backstage del medio artístico, y aquí revela el desmadre que hay que hacer para generar un evento llamado Oaxaca.
C.
El cerro de San Juan Chapultepec está más cerca de mí que nunca antes. Siempre procuro observarlo con calma. Después de esa barda, el siguiente momento visualmente notorio desde aquí abajo fue entre abril y mayo. Se abrió un kilómetro del cerro para hacer una calle que permitiese una conexión más fácil entre los pobladores de las partes más altas del cerro.
Últimamente he estado imaginando el cerro habitado hace mil o dos mil años. El ejercicio me presenta una ciudad imponente, toda la parte superior construida y abajo la maleza. Trato de imaginarme la transformación de esa ciudad que siempre ha estado ahí. Ahora veo que el horizonte se ha invertido, todas las faldas son construcciones y la punta está vacía. Pienso que eso mismo debe suceder con el tiempo, que hay infinitas posibilidades de que alguien nos esté mirando desde el futuro y desde el pasado.
D.
Finalmente dejo esta serie de preguntas como espacios de consideración para las personas que se acercan a esta muestra:
● ¿Puede plantear la pintura respuestas/acciones/críticas ante los múltiples procesos del crecimiento urbano?
● ¿Qué efecto tiene una pintura en un tiempo histórico específico?
● ¿Qué papel tienen los artistas y los agentes culturales en contextos como el de Xoxocotlán?
Carlos Velasco (Oaxaca, 1992).
Es licenciado en Artes Visuales por la Universidad Veracruzana y maestro en Estudios Visuales por la Universidad Autónoma del Estado de México. Ha participado en diversos diplomados y talleres especializados en la producción, teoría y conservación artística. Su trabajo ha sido exhibido de manera colectiva e individual en diversas instituciones y galerías del país, así como en el extranjero, destacando espacios como el Museo de Arte Bicentenario, la Galería de Arte Contemporáneo de Xalapa, el Museo de la Filatelia de Oaxaca.